DIALOGOS CON EL MAESTRO.

Estos son fragmentos de unos artículos publicados por Paulo Coelho en una revista, no estan ordenados pero creo que pueden ser de gran interés para aquellos "Buscadores" de un algo mas......

Hay frases muy importantes a analizar, por mencionar alguna de ellas, "el secreto de la vida es caer siete veces y levantarse ocho." Para todos aquellos que creen que que nunca van a caer (al final todos caemos, sin distinción)o que caer es una humillación,o que es una racha de mala suerte, que lejos estan de la "verdad" y del "aprendizaje" que esconde cada una de las caidas....El resto sobre el diálogo de esta frase es aún más interesante.

Gracias, espero que os guste y os ayude.

DIALOGOS CON EL MAESTRO. (Paulo Coelho)
-Dices que hacer el Camino de Santiago es importante. Para hacerlo, necesito abandonar todo durante algún tiempo: familia, empleo, proyectos. Y no sé si encontraré la misma situación a mi regreso.

-Espero que no la encuentres.

-Entonces, ¿debo arriesgarme a perder todo lo conseguido hasta ahora?

-¿Perder qué? Un hombre solo puede ganar o perder su alma: aparte de la vida, no posee nada más. No importan las vidas pasadas o futuras; por el momento estás viviendo esta y debes hacerlo con comprensión silenciosa, alegría y entusiasmo.

-Yo tengo una mujer a la que amo

-comenta riendo.

-Esta es siempre la disculpa más común y la más tonta posible. El amor nunca impidió a un hombre seguir sus sueños. Si ella realmente te ama, deseará lo mejor para ti. Además, tú no tienes una mujer a la que amas; la mujer no es tuya. Lo que es tuyo es la energía del amor que proyectas hacia ella. Puedes seguir haciendo eso en cualquier otro lugar.

-¿Y si yo no tuviera dinero para hacer la peregrinación?

-Viajar no es siempre una cuestión de dinero, sino de valor. Pasaste gran parte de tu vida recorriendo el mundo como hippie; ¿qué dinero tenías entonces? Ninguno. Apenas alcanzaba para pagar el pasaje, e incluso así pienso que fueron algunos de los mejores años de tu vida -comiendo mal, durmiendo en estaciones ferroviarias, sin poderte comunicar por causa del idioma, obligado a depender de los otros hasta para descubrir un refugio donde pasar la noche-.

Viajar es sagrado: la humanidad viaja desde la noche de los tiempos, en busca de caza, de pasto, de climas más agradables. Son raros los hombres que consiguen comprender el mundo sin salir de sus ciudades. Cuando viajas -y no me refiero al turismo, sino a la experiencia solitaria de viaje-, cuatro cosas importantes suceden en tu vida:

a) Estás en un lugar diferente. Entonces, las barreras protectoras ya no existen. Al principio esto da mucho miedo, pero al poco tiempo te acostumbras y pasas a entender cuántas cosas interesantes existen más allá de los muros de tu jardín.

b) Porque la soledad puede ser muy grande y opresora, tú estás más abierto hacia personas con quienes normalmente no cambiarías palabra, como camareros, otros viajeros, empleados de hotel o el pasajero sentado a tu lado en el autobús.

c) Tú pasas a depender de los otros para todo: conseguir hotel, comprar algo, saber cómo tomar el próximo tren. Descubres entonces que no hay nada malo en depender de los otros, sino que, por el contrario, esto es una bendición.

d) Estás hablando un idioma que no comprendes, usando un dinero cuyo valor desconoces, caminando por calles por donde nunca estuviste. Sabes que tu antiguo ´yo`, con todo lo que aprendió, es absolutamente inútil ante estos nuevos desafíos, y empiezas a descubrir que, enterrado allá en el fondo de tu inconsciente, existe alguien mucho más interesante, aventurero, abierto hacia el mundo y las experiencias nuevas.

Viajar es la experiencia de dejar de ser quien te esfuerzas en llegar a ser para transformarte en aquello que eres.


¿Qué es la leyenda personal?

-Es tu bendición, el camino que Dios escogió para ti aquí en la Tierra. Siempre que un hombre hace aquello que le entusiasma, es que está siguiendo su leyenda. Pero sucede que no siempre todos tienen el valor de enfrentarse con sus propios sueños.

-¿Por qué razón?

-Existen cuatro obstáculos. El primero: él escucha desde niño que todo lo que deseó vivir es imposible. Crece con esta idea y, a medida que acumula años, acumula también capas de prejuicios, miedos, culpas. Llega un momento en el que su leyenda personal está tan enterrada en su alma que ya no consigue verla. Pero ella permanece allí.

Si él tiene el valor de desenterrar sus sueños, entonces se enfrenta al segundo obstáculo: el amor. Ya sabe lo que desea hacer, pero piensa que puede herir a los que lo rodean si deja todo para seguir sus sueños. No entiende que el amor es un impulso extra, y no algo que le impide seguir adelante. No entiende que aquellos que realmente lo quieren bien están deseando que él sea feliz y están listos para acompañarlo en esta aventura.

Después de aceptar que el amor es un estímulo, el hombre se encuentra ante un tercer obstáculo: el miedo a las derrotas con las que se encontrará en su camino. Un hombre que lucha por sus sueños sufre mucho más cuando algo fracasa, porque no tiene la famosa disculpa: «Ah, es que en realidad yo no quería exactamente esto...». Él quiere, sabe que allí está apostando todo y sabe también que el camino de la leyenda personal es tan difícil como cualquier otro camino, con la diferencia de que en este está su corazón. Entonces, un guerrero de la luz tiene que estar preparado para tener paciencia en los momentos difíciles y saber que el universo está conspirando a su favor, aunque él no lo entienda.

¿Las derrotas son necesarias?

-Necesarias o no, el hecho es que suceden. Cuando empieza a luchar por sus sueños, el hombre no tiene experiencia y comete muchos errores. Pero el secreto de la vida es caer siete veces y levantarse ocho.

-¿Por qué es tan importante vivir la leyenda personal sivamos a sufrir más que los otros?

-Porque, una vez superadas las derrotas -y siempre las superamos-, nos sentimos con mucha más euforia y confianza. En el silencio del corazón, sabemos que estamos siendo dignos del milagro de la vida. Cada día, cada hora, es parte del Buen Combate. Pasamos a vivir con entusiasmo y placer. El sufrimiento muy intenso e inesperado termina pasando más rápido que el sufrimiento aparentemente tolerable: este se arrastra durante años y va corroyendo nuestra alma sin que nos demos cuenta de lo que está sucediendo... hasta que un día ya no podemos librarnos de la amargura, y ella nos acompaña durante el resto de nuestras vidas.

-¿Y cuál es el cuarto obstáculo?

-Después de desenterrar su sueño, usar la fuerza del amor para apoyarlo, pasar muchos años conviviendo con las cicatrices, el hombre nota, de repente, que lo que siempre deseó está allí, esperándolo, tal vez al día siguiente. Entonces aparece el cuarto obstáculo: el miedo a realizar el sueño por el cual luchó toda su vida.

-Esto no tiene el menor sentido.

-Oscar Wilde siempre decía: «La gente siempre destruye aquello que más ama». Y es verdad. La simple posibilidad de conseguir lo que desea hace que el alma del hombre común se llene de culpa. Él mira a su alrededor, ve que muchos no lo consiguieron y entonces piensa que no lo merece. Olvida todo lo que superó, todo lo que sufrió, todo a lo que tuvo que renunciar para llegar hasta donde ha llegado. Conozco a mucha gente que, al tener la leyenda personal al alcance de la mano, hizo una serie de tonterías y terminó sin llegar hasta su objetivo cuando le faltaba apenas un paso.

Este es el más peligroso de los obstáculos, porque tiene una cierta aureola de santidad: renunciar a la alegría y a la conquista. Pero si el hombre entiende que es digno de aquello por lo cual luchó tanto, entonces él se transforma en un instrumento de Dios.

Ayuda al alma del mundo y entiende por qué está aquí.

El Misterio
–¿Qué estamos haciendo en esta tierra?
–¿Sinceramente? No lo sé. Ya busqué en muchos rincones, en lugares iluminados y en lugares oscuros; hoy estoy convencido de que nadie lo sabe, solamente Dios. –No es una buena respuesta para un maestro.
–Es una respuesta honesta. Conozco a mucha gente que te explicará con detalles la razón de la existencia. No los creas, son personas que continúan atadas al antiguo lenguaje y sólo creen en las cosas que tienen explicación.
–¿Quiere decir que no hay una razón para vivir?
–No has entendido lo que estoy diciendo. Yo dije que no sé la razón. Pero claro que existe un motivo para estar aquí, y Dios lo conoce.
–¿Por qué no nos lo revela?
–Lo revela a cada uno de nosotros, pero a través de un lenguaje que a veces no aceptamos porque no es lógico y estamos demasiado acostumbrados a recetas y fórmulas.

Nuestro corazón sabe por qué estamos aquí. Aquél que escucha a su corazón, sigue sus señales y vive su leyenda personal entenderá que está participando en algo, aun cuando no lo comprenda racionalmente. Dice la tradición que un segundo antes de nuestra muerte nos damos cuenta de la verdadera razón de la existencia. Y en este momento nacen el infierno y el paraíso.
–No lo he entendido.
–El infierno es, en esta fracción de segundo, mirar para atrás y saber que desperdiciamos una oportunidad de honrar a Dios y dignificar el milagro de la vida. El paraíso es poder decir en ese momento: «Cometí algunos errores pero no fui cobarde: viví mi vida, e hice lo que debía hacer». Tanto el infierno como el paraíso nos acompañarán por mucho tiempo, pero no para siempre.
–¿Cómo puedo saber si estoy viviendo mi vida?
–Porque, en vez de amargura, sientes entusiasmo. Ésa es la única diferencia. Por otra parte, hay que respetar el misterio y aceptar –con humildad– que Dios tiene un plan para nosotros. Un plan generoso, que nos conduce hacia su presencia y que justifica estos millones de estrellas, planetas, agujeros negros, etcétera, que estamos viendo esta noche, aquí en Oslo [estábamos en Noruega].
–Es muy difícil vivir sin una explicación.
–¿Puedes explicar por qué el hombre necesita dar y recibir amor? No. Y tú vives con eso, ¿o no? Y no sólo vives con eso, sino que el amor es lo más importante de la vida. Y sin embargo no existe ninguna explicación.

De la misma manera, tampoco hay explicación para la vida. Pero existe una razón para nuestra estancia aquí, y tienes que ser lo suficientemente humilde como para aceptar eso. Confía en mis palabras: la vida de cada uno de los seres humanos tiene un sentido, aun cuando él cometa el error de pasar gran parte de su tiempo buscando una respuesta, mientras se olvida de vivir. Puedo darte un ejemplo de una época en la que estuve cerca de entender todo eso. Yo había asistido a la fiesta de conmemoración de los 50 años de mi graduación como bachiller. Allí, en la escuela donde estudié cuando era un adolescente, encontré a muchos amigos. Bebimos y e hicimos las mismas bromas que medio siglo atrás. En un determinado momento, miré hacia el patio del colegio. Entonces me vi siendo un niño, jugando con ellos, encarando la vida con sorpresa e intensidad. Y de repente, aquel niño que fui pareció tomar forma y se aproximó a mí.Me miró a los ojos y sonrió. Entonces entendí que yo no había traicionado mis sueños de infancia. Que el niño que yo había sido un día aún estaba orgulloso de mí. Que la misma razón que yo tenía para vivir entonces continuaba viva en mi corazón. Procura vivir con la misma intensidad que un niño. Él no pide explicaciones, se sumerge en cada día como si fuese una aventura diferente y, por la noche, duerme cansado y feliz.

–¿Qué es el lenguaje de los signos?
–Todo hombre tiene una manera personal de comunicarse con Dios y con su propia alma.
–Entonces, ¿el hombre no necesita la religión?
–Las religiones son muy importantes, porque nos permiten adorar en forma colectiva y compartir los mismos misterios. Pero la búsqueda espiritual es la responsabilidad de cada uno: si te apartas de tu camino, no servirá de nada estar culpando al cura, al imán, al rabino o al pastor, la responsabilidad es tuya. Por eso existe un alfabeto que tu alma entiende y que va mostrando las mejores decisiones en tu camino.
–¿Cómo se aprende este lenguaje?
–Como cualquier otro. Primero, con disciplina para educarse a notar la señal. Después, con valor para practicar la lengua. Tercero, sin tener miedo de equivocarse mientras se practica.
–Lo que hace que muchas veces la gente siga la señal equivocada.
–Claro. Solo así aprendemos las señales correctas.
–¿Me podrías dar un ejemplo de señal?
–No. El lenguaje es individual, como dije antes. Si empezamos a generalizar las señales, se transforman en superstición.
–Muchos maestros cometieron el error de usar sus señales para guiar a sus discípulos.

Lo que sucede es que cuando las personas comienzan su búsqueda espiritual, entran en un mar desconocido y se sienten inseguras. Entonces procuran asirse a la primera mano que les es tendida y, al hacer eso, están dejando de lado la aventura, para volverse esclavas de la mano que las guía.
–¿Cómo puedo tener la seguridad de que estoy ante una señal verdadera?
–Nunca puedes. Pero, en general, si empiezas a contemplar este mundo más allá de las convenciones, verás que tu intuición empieza a conducirte hacia la mejor elección, por más absurda que parezca. Poco a poco, este lenguaje se incorpora a ti y, aunque continúes fallando de vez en cuando, ya estás en paz con tu alma y tomas las decisiones correctas.
Muchas veces la señal es más práctica de lo que imaginamos y, a propósito de eso, voy a contarte una historia:
«Un hombre soñó cierta vez con un ángel que le decía: ‘mañana empezará a llover y tu aldea será inundada, pero tú te salvarás’.
Efectivamente, al día siguiente empezó a llover. Un equipo de socorro visitó casa por casa, evacuando a los habitantes, ya que había peligro de inundación. Todos salieron menos aquel hombre, que decía al miembro de Defensa Civil: ‘Soñé con un ángel y él me dijo que me salvaría’.
Un día después, el agua ya cubría la primera planta de las casas.

Un segundo equipo de socorro fue para intentar rescatar al hombre, que nuevamente rehusó salir, alegando que había recibido la señal de un ángel y tenía que mostrar su fe al mundo. Al tercer día, la situación ya era crítica, y el hombre estaba solo, encaramado al tejado de la casa, mientras el agua subía sin parar. En un esfuerzo desesperado, un equipo de rescate intentó una vez más retirarlo de allí, pero nuevamente él se negó, llamándolos demonios, gritando que querían obligarle a negar la señal del ángel. Poco tiempo después el agua cubrió el tejado y el hombre murió ahogado. Como era muy buen cristiano, fue al cielo y encontró a san Pedro, que lo invitó a entrar. El hombre rehusó, diciendo que Dios lo había engañado;le había enviado un ángel diciendo que se salvaría cuando en verdad había resultado el único habitante muerto de la aldea. San Pedro le dijo que Dios no mentía, y prometió volver con explicaciones. Entró en el paraíso y retornó media hora después, diciendo: ‘Realmente Dios mandó un ángel para avisarle de que sería salvado. ¡Pero me dice que usted rehusó, por tres veces, el socorro que Él le envió bajo la forma de equipos de rescate!’».

La tragedia–¿Por qué existe tanta tragedia y tanta miseria en el mundo?
–La tragedia y la miseria son dos cosas diferentes, y temas que requieren largo tiempo para ser tratados. ¿Sobre cuál de los dos prefieres que hablemos?
–De momento, sobre la tragedia. ¿Por qué sufre el hombre?
–Echa una mirada a la Biblia y encontrarás la siguiente reflexión:
«Lo que es bueno viene de Ti, oh mi Señor. Lo que es malo también viene de Ti, mi Señor. Por tanto, ¿qué he de temer?».
–Aún así, sufrimos.
–Sin duda. Pero toma en consideración lo siguiente: de diez problemas que tenemos, nueve son creados por nosotros mismos, a través de la culpa, del autocastigo, de la autocompasión.

Sin embargo, de vez en cuando aparece un gran obstáculo en nuestro camino, que fue colocado allí por Dios y que tiene una única razón. Y esta razón es darnos una oportunidad de cambiar todo, de caminar hacia adelante. ¿Qué es la tragedia? Un cambio radical en nuestras vidas, siempre ligado al mismo principio: la pérdida. El sufrimiento es siempre el resultado de una pérdida, sea de alguien o de algo, como la salud, la belleza o las condiciones financieras. Cuando estás ante una pérdida, no sirve de nada intentar recuperar lo que ya se fue. Por otro lado, un gran espacio se ha abierto en tu vida y allí está, vacío, esperando ser llenado con algo nuevo. En el momento de la pérdida, por más contradictorio que parezca, tú estás ganando una gran porción de libertad. Pero la mayoría de los hombres, cuando sucede la tragedia, llenan ese espacio con dolor y amargura. No piensan nunca que existen otras maneras de encarar lo inevitable.
–¿Por ejemplo? –En primer lugar, aprendiendo la gran lección de los sabios: la paciencia, la seguridad de que todo –bueno o malo– es transitorio en esta vida.

En segundo lugar, utilizando este súbito cambio de rumbo para arriesgar sus días en nuevas cosas que siempre soñó hacer.
–Está claro en lo que se refiere a cosas materiales. Pero, ¿y la muerte de alguien?
–En lo que se refiere a la muerte ya hemos conversado mucho y sabes que ella no existe para aquél que se fue –esta persona está disfrutando las delicias de una transformación radical–. La sensación de muerte existe solamente para quien se queda aquí. Todo ser querido, al partir, se transforma en nuestro protector; después de pasado el periodo de duelo, debemos alegrarnos porque estamos más protegidos. Igualmente, un día estaremos del otro lado, protegiendo a las personas que amamos aquí.
–¿Y aquéllos a quienes odiamos?
–Exactamente lo que imaginas. Quedan sujetos a nosotros por el sentimiento de la amargura.

Por eso Jesús dijo: «Antes de ir al templo, vuelve y perdona a tu hermano». Es necesario estar lavando constantemente el alma con el agua del perdón.
–Volviendo a la tragedia…
–Existe algo que es imposible medir, la intensidad del dolor. Sabemos que una persona está sufriendo porque ella nos lo cuenta, pero no podemos evaluar exactamente cuánto. Muchas veces intentamos comparar la actitud de una persona ante la tragedia y terminamos por juzgarla más fuerte o más débil de lo que realmente es. No compares el dolor ajeno con nada; sólo quien está sufriendo sabe por lo que está pasando. Por consiguiente, cuando la tragedia inevitable aparece, es preciso recordar estos tres puntos: aprovechar la libertad de la pérdida, no juzgar el dolor y aprender el arte de la paciencia. Ella destruirá 9/10 de aquello que tú eres, pero el 1/10 restante te transformará en una persona infinitamente más fuerte.
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